Diversos libros que han analizado hasta qué punto «El Código Da Vinci» es fiable respecto a la historia del cristianismo, abordan lo que dice sobre María Magdalena. En «Descodificando a Da Vinci» (Ed. Palabra, 2004), Amy Welborn (1) escribe:
Hagamos un rápido repaso de lo que nos dice Dan Brown sobre María Magdalena.
Según Brown, era una mujer judía de la tribu de Benjamín, que se casó con Jesús y dio a luz a su hijo. Jesús trató de dejar a la Iglesia en sus manos, esa Iglesia iba a devolver la «deidad femenina» a la vida humana y al conocimiento general. Después de la crucifixión de Jesús, María Magdalena huyó a la comunidad judía de Provenza, donde ella y su hija Sarh hallaron refugio. Su vientre es el «Santo Grial». Sus huesos descansan bajo la pirámide de cristal a la entrada del Louvre. El Priorato de Sión y los Caballeros Templarios se dedicaron a proteger su historia y sus reliquias. El Priorato le da culto «como Diosa… y como Madre Divina».
(…) Considerando que los Evangelios mencionan a María de Magdala en escasas ocasiones, ¿de dónde proceden esas ideas? La respuesta está exactamente en la novela, cuando Teabing, nuestro notable erudito muestra su biblioteca (…). Y cita «La Revelación de los Templarios» y «El enigma sagrado» -dos obras de pedante pseudohistoria y teoría conspiratoria-, «The Goddess in the Gospels» («Las diosas en los evangelios», en castellano) y «The Woman With the Alabaster Jar» («María Magdalena, ¿esposa de Jesús?», en castellano), de Margaret Starbird, quien, entre otros medios, emplea la numerología -la suma de los números de su nombre- para llegar a la conclusión de que María Magdalena fue venerada como diosa en la primitiva cristiandad.
( ) Bien; detengámonos unos momentos para reflexionar sobre todo lo que nos han dicho en esta novela: que los Evangelios no deben consultarse o leerse en sentido literal, y que ni por un momento nos podemos creer que transmiten cualquier verdad sobre los sucesos que relatan. Pero ¿no nos han dicho también que transmiten en código que los primeros cristianos consideraban una diosa a María Magdalena?
Bien; si la consideraban como una diosa, ¿por qué no lo difundieron? ¿Por qué fastidiar con ese buen Jesús crucificado-resucitado, cuando podían dar culto a la Magdalena, si era lo que deseaban hacer? No es que hubiera alguna censura política, social o cultural hacia los que deseaban dar culto a una diosa. Seguramente no serían arrestados, encarcelados y ejecutados por profesar una fe centrada en otra persona que permanecerá sin nombre y que, supuestamente, no recibirá culto hasta el siglo IV. ( )
¿La Magdalena demonizada?
Esto adquiere gran importancia en «El Código Da Vinci», que a menudo se refiere a la identificación de María Magdalena con una prostituta como parte de una maliciosa conjura tramada por la Iglesia para hacer frente a cualquier sospecha, o incluso (se dice) evidencia histórica, del liderazgo de María Magdalena en el cristianismo primitivo.
Dos puntos: en primer lugar, la asociación de María Magdalena con la prostitución se extendió durante siglos en el cristianismo occidental (aunque no en el oriental). Sin embargo, no hay pruebas de que se hiciera, como afirman Brown y sus fuentes, por maldad, por misoginia o por temor a la autoridad femenina.
( ) Brown insinúa repetidamente que María Magdalena fue marginada y demonizada por el cristianismo tradicional, que la pintó, dice, como una mujer libertina, una prostituta, etc., con el propósito, se supone, de rebajar su importancia.
Como mucho de lo que encontramos en Brown, esto no solo es falso… es sencillamente una insensatez.
El cristianismo, tanto oriental como occidental, ha honrado a María Magdalena como santa. Los cristianos han puesto su nombre a iglesias, han rezado ante la supuesta tumba donde reposan sus reliquias y le atribuyen milagros. ¿Es posible llamar demonizar a eso?
En cuanto al tema de la prostitución, incluso quienes relacionan a María Magdalena con «la mujer… que era una pecadora» de Lucas 7, no ahondan en sus culpas. El cristianismo no hace hincapié en el pecado tras el arrepentimiento. Ese es el resultado de la fe en Jesús. No; María Magdalena, como lo atestigua la leyenda sobre ella, es recordada esencialmente por su papel como testigo de la resurrección de Jesús.
Antes del Renacimiento, las imágenes de María Magdalena eran bastante serenas. Solo a partir de entonces nos la encontramos como una arrepentida, desaliñada, medio desnuda y con el cabello suelto. Los artistas del Renacimiento mostraban un interés creciente por una presentación más naturalista de la forma humana, y por una integración más explícita de las emociones en las representaciones artísticas. Esas imágenes de María Magdalena tienen más que ver con intereses artísticos que con el modo en que la Iglesia cristiana hablaba de ella.
El partido de la Magdalena
La estudiosa Jane Schaberg y otras expertas feministas contemporáneas, como Karen King de la Harvard Divinity School, han aprovechado el papel prominente de María Magdalena en algunos escritos gnósticos del siglo II en adelante para insinuar una lucha por el poder entre el partido de Pedro y el de María Magdalena en el interior del cristianismo. ( )
Veamos ahora los problemas lógicos que se derivan sobre ello, tal y como están expresados en la novela:
Si el partido de Pedro -al que podemos suponer vencedor, según manifiesta repetidamente Brown en su novela- fuera tan poderoso como para depurar a María y rebajar su importancia, ¿por qué iba a destacar su papel primordial en los relatos de la resurrección, como el de la primera persona que recibió la Buena Noticia?
Brown nos ha dicho anteriormente que, antes de que Constantino llevara a cabo su perversa hazaña en 325 d.C., los cristianos de cualquier lugar creían que Jesús era un «hombre mortal». En este caso, ¿quiénes formaban exactamente el partido de Pedro? Presumiblemente eran los «vencedores», lo que significa que tenían que haber creído en la divinidad de Jesús, porque esta fue la doctrina que «venció». Pero, si no se inventó la divinidad de Jesús hasta el 325 d.C., ¿dónde estuvieron todo ese tiempo? ( )
¿Existen pruebas de que una parte de la ortodoxia cristiana luchara por la supremacía sobre el partido de Magdalena, y degradaran su figura durante el proceso?
No. Se trata de una pura especulación basada en la lectura, ideológicamente motivada, de unos textos fechados por lo menos cien años después de la vida de Jesús. Así lo hicieron algunas sectas gnóstico-cristianas que surgieron a finales del siglo II, y que atribuían a María Magdalena un papel preponderante. En los pasajes de los escritos gnósticos del siglo I no hay datos que indiquen una intimidad entre Jesús y María Magdalena, ni que proporcionen argumentos teológicos que apoyen su versión del cristianismo y rebajen el papel de Pedro y los apóstoles.
¿Esposa de Jesucristo?
«El Código Da Vinci» dice que Jesús se casó con María Magdalena y que eso está «documentado históricamente». En «El engaño Da Vinci» (Ed. Palabra, 2006), Mark Shea y Edward Sri comentan:
Entre los miles de páginas escritas por los primeros cristianos no aparece un solo texto que hable de que Jesús estuviera casado con María Magdalena. Ni en los Evangelios del Nuevo Testamento, ni en las cartas de san Pablo, ni en los Padres de la Iglesia. ¡Ni tampoco en los evangelios gnósticos!
Todas las pruebas apuntan en otra dirección: que Jesús no se casó nunca. Por ejemplo, si Jesús hubiera tenido una esposa, ciertamente, los evangelios tuvieron muchas oportunidades para hablarnos de ello. Aunque mencionan frecuentemente a sus parientes (su padre, su madre, sus primos), nunca nos hablan de una esposa. Esto resulta muy raro si realmente Jesús hubiera estado casado.
Además, el Nuevo Testamento nunca menciona a María Magdalena como «esposa de Jesús». Las mujeres en los evangelios se asocian a menudo con hombres importantes que están junto a ellas si, de hecho, existen esos hombres en sus vidas. Lo llamativo es que el nombre de María Magdalena se suele unir a los de otras mujeres cuyas vidas están relacionadas con hombres conocidos, como «María (la Madre) de Jesús» y «María, mujer de Cleofás» (Juan 19, 25) y «Juana, la mujer de Cusa» (Lucas 8,3). Pero lo que destaca en María Magdalena es que, cada vez que se menciona su nombre, se suele identificar con su lugar de nacimiento, Magdala, pero nunca con un hombre. (…) Este pequeño detalle lo dice todo. Indica que María Magdalena no estuvo casada, y mucho menos casada con Jesucristo.
____________________(1) De esta misma autora es «Descodificando a María Magdalena. Verdad, leyendas y mentiras», publicado en Ediciones Palabra.