7 vírgenes

TÍTULO ORIGINAL 7 vírgenes

PRODUCCIÓN España - 2005

DURACIÓN 86 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Violencia, Sexo

ESTRENO14/10/2005

Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) dirige su tercer largometraje que, como los anteriores El factor Pilgrim y El Traje, ha presentado en el Festival de San Sebastián.

«Verano en Sevilla. Tano, un adolescente que cumple condena en un centro de reforma, recibe un permiso especial de 48 horas para asistir a la boda de su hermano Santacana. Durante el tiempo que dura el permiso, Tano se reencuentra con su mejor amigo, Richi, y se lanza a vivir esas horas con el firme propósito de divertirse, de hacer todo lo que le estaba prohibido en el centro: se emborracha, se droga, roba, ama y, fundamentalmente, vuelve a la vida. Se siente libre y ejerce esa libertad con toda la fuerza y el atrevimiento de la adolescencia. Pero a medida que transcurre su estancia fuera del centro, Tano también asiste al desmoronamiento de todos sus referentes: el barrio, la familia, el amor, la amistad, todo ha cambiado. Más allá de un permiso de 48 horas, la libertad de Tano se convierte en un viaje impuesto hacia la madurez».

He utilizado las comillas porque en esa sinopsis promocional se esconde, a mi juicio, la razón fundamental de la fragilidad de una película demasiado parecida a «Barrio» y bastante menos creíble. Aunque se intuye que Rodríguez pudiera haber pretendido otra cosa, lo que ofrece su película no logra ir más allá de una sucesión de charlas procaces y cutres peripecias protagonizadas por dos descerebrados impresentables, con algunos diálogos -demasiados- en los que no se entiende nada.

La historia que escriben Rodríguez y Cobos es demasiado previsible, no se justifica la conducta de los personajes principales, se echan en falta contrapuntos y falta una mirada capaz de trascender una suerte de voluntad documental trufada de afectada épica de barrio. Tanta acumulación de sentimiento trágico y determinismo fatalista termina por resultar postiza (un ejemplo es el altamente improbable personaje de Patri, que interpreta Alba Rodríguez).

Buenas interpretaciones y buen trabajo técnico en una película fallida, con una historia que podría haber sido interesante si se hubiese contado de otra manera. Juanjo Ballesta -premio al mejor actor en San Sebastián- tiene razón al manifestar su preocupación por el riesgo de encasillamiento: no es un riesgo, es una realidad.

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