La jefa de costureras del taller de Dior en la Avenue Montaigne, de París, ama su trabajo y la calidad y la exigencia desde la que se ha construido a sí misma. Inesperadamente su vida se cruza con la de Jade, una chica con talento de los suburbios parisinos, y algo se remueve en su interior.
La directora francesa Sylvie Ohayon se acerca al glamuroso mundo de la moda, pero se enfoca en su parte más desconocida para rendir un pequeño homenaje a las costureras de las grandes casas, verdaderas artífices de cada colección.
La película nos cuenta la historia de Esther, que dirige con mano férrea el mítico taller de Dior en París. La protagonista está al final de su carrera y el balance, a pesar de su indiscutido prestigio, no le sale a su favor.
Con una narrativa sencilla y sin pretensiones, la directora consigue interesar al espectador. Describe el funcionamiento de los talleres de la alta costura y pone en valor el trabajo que hay detrás del mundo del lujo, al tiempo que se atreve a dar una dimensión social a la historia a través de Jade. Ohayon sabe de lo que habla, porque ella misma procede de los barrios marginales que forman el cinturón parisino. La película tiene, sin duda, cierto poso autobiográfico; se nota afinidad y buen tino en la forma de perfilar las motivaciones y los conflictos interiores de los personajes. Además, ofrece una perspectiva especialmente valiosa del trabajo como forma de realización personal: habla de la belleza y del amor por los detalles como camino para la transformación.
