La publicidad presenta esta película como una comedia. Pero es más bien un drama en el que el humor, siempre con su punto de acidez, sólo aparece en contadas ocasiones.
Se describen las desventuras de Juana (Verónica Forqué), una mujer burguesa, sencilla e ingenua, víctima inocente de una estafa bancaria, tras la que se esconde también la misteriosa desaparición de su marido. Acosada por todos, pero motivada por su creciente amor hacia un cariñoso criador de caballos (Fernando Valverde), víctima como ella de la estafa, Juana saca de pronto insospechados recursos de inteligencia y amor propio. Y así, organiza una sofisticada venganza contra los corruptos, con la ayuda de su tío (José Jordá) y de un singular chamarilero gitano (José Manuel Martín).
Como es habitual en Mario Camus, la película está muy bien narrada e interpretada -Verónica Forqué y Fernando Valverde bordan sus papeles-, y tiene una resolución visual de alta calidad, sobre todo en algunas secuencias en que Camus ofrece su particular versión hispana del cine negro norteamericano. Sin embargo, no consigue equilibrar los muy variados elementos que componen la historia -drama intimista, intriga, acción, romance, humor socarrón, crítica social…-, de modo que a veces su desarrollo se vuelve confuso y premioso.
En cualquier caso, es de agradecer el esfuerzo de Mario Camus por abrir nuevos horizontes narrativos al cine español, con dignidad y elegancia, sin caer en el repetitivo recurso a la sordidez argumental, al erotismo enfermizo o al humor zafio que caracteriza a la mayoría de las películas españolas de los últimos años.
Jerónimo José Martín