La película ha sido Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance 2019, y un éxito de taquilla en Estados Unidos: ha recaudado más de 9 millones de dólares, suma muy destacada para un documental. El director, Todd Douglas Miller (Dinosaur 13), ha pasado con éxito del Mesozoico a la Era Espacial en dos películas. No está mal.
La NASA rodó sobre el viaje a la Luna mucho metraje en 70 mm, formato que apenas se usaba entonces. Una parte se recortó hasta 35mm, para encajarlo en el resto del material disponible. Otra parte se dejó sin usar, a la espera de elaborarla cuando hubiera fondos, que no llegaron. Años más tarde, ese material fue llevado a los Archivos Nacionales, donde quedó más o menos olvidado. Cuando Miller y su equipo, trabajando estrechamente con la NASA, buscaron todo el metraje existente sobre el Apolo, lo encontraron.
Algunas escenas nunca se habían visto antes, otras han sido ampliadas a widescreen, y las vemos en alta definición por primera vez. El resultado es una sensación de estar allí mismo, en la habitación con los astronautas y con los técnicos.
Los primeros minutos, con el traslado del cohete a la plataforma de lanzamiento, no se parecen en nada a una escena de Star Wars: su sensación de realidad y su escala sobrecoge. Cuando el cohete despega, se produce un clímax explosivo, que es acentuado y ampliado con acierto por los fuertes golpes de batería de la música de Matt Morton.
Incluso las imágenes de la salida de Armstrong a la superficie de la Luna no son las que recordamos, realmente muy malas. Son otras mucho más claras desde la ventana del módulo lunar.
Este valioso material y el trabajo realizado con él, permite que el espectador viva de alguna manera la mítica aventura espacial. Se ha hablado y escrito de un documental inmersivo. Y lo es.
El documental se apoya casi exclusivamente en las imágenes –puro cine– y cuando se requiere alguna explicación, la da apoyándose en un sencillo gráfico, que parece de hace 50 años, para ilustrar una maniobra, que luego las imágenes muestran. También se oye en ciertos momentos la voz de Walter Cronkite, mítico locutor que se encargó de contar la histórica hazaña en la televisión americana.
No quiero terminar sin destacar dos cosas: la humildad con la que aparece Neil Armstrong, quitando importancia a su papel, y dándola a todos los que participaron en el proyecto. Realmente. se sentía la punta de un inmenso iceberg. Y la segunda, las imágenes de Joann H. Morgan, primera ingeniera en el Centro Espacial John F. Kennedy, y la única mujer que trabajaba en una consola en el Centro de Control el 16 de julio de 1969, el día del lanzamiento.