Damien Chazelle es (o era) lo más parecido a un cineasta prodigio. Con apenas 30 años sorprendió con Whiplash, un absorbente drama sobre el precio del éxito, dos años después volvió a hechizar a la crítica –y a una parte importante del público– con La La Land, un musical que demostraba, no solamente su excelente gusto musical, sino su fascinación por el buen cine clásico. Su tercera película, First Man, un biopic sobre el astronauta Neil Amstrong, sin llegar al nivel de las dos películas anteriores, confirmaba la madurez de un cineasta capaz de abordar géneros muy diferentes.
Y llegó Babylon, su película más ambiciosa y más personal. Chazelle tenía 110 millones de presupuesto para gastar, un reparto coral liderado por Brad Pitt y Margot Rob…
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