Director: Ridley Scott. Guión: Ken Nolan. Intérpretes: Josh Hartnett, William Fichtner, Ewan McGregor, Jeremy Piven, Tom Sizemore, Sam Shepard. 144 minutos. Jóvenes-adultos.
La olvidada guerra civil en Somalia saltó dramáticamente a la opinión pública al revelarse el genocidio que cometían los señores de la guerra. Estados Unidos envió soldados profesionales para poner fin al reinado de terror de Mohamed Farrah Aidid. El 3 de octubre de 1993, las tropas estadounidenses entraron en el mercado de Bakara, en Mogadiscio, y secuestraron a dos de los principales colaboradores de Aidid. Las milicias somalíes tuvieron tiempo para organizarse y repeler la agresión. Los pesados helicópteros Black Hawk, inmóviles a baja altura, fueron presa fácil. Los Delta Force nunca dejan a nadie atrás, así que su retirada fue cada vez más compleja, cargando heridos y muertos, en una ciudad hostil, rodeados por miles de combatientes enemigos. La batalla duró dieciocho horas y se saldó con la muerte de diecinueve soldados norteamericanos y cerca de un millar de somalíes.
Black Hawk derribado es una extraordinaria película de guerra. Sin entrar en juicios morales, se trata de una de las batallas mejor filmadas. Ridley Scott (Blade Runner, Gladiator) ha confeccionado un fresco épico en el que conviene destacar una puesta en escena visual que permite saber en cada momento dónde está cada quién, qué está pasando y a quién atacan. Hay cien minutos de combate, en los que se aprecian las ocho cámaras que filmaban cada escena para tener todos los puntos de vista posibles. En diversos momentos el espectador cree seguir a un reportero de la CNN sobre el terreno. Se puede decir que el único guión de la película es seguir la acción, sin sorpresas; como en los primeros tiempos del cine, la cámara es un testigo y muestra lo que ve, sin organizar una historia.
Black Hawk derribado está rodado con crudeza y sin concesiones. Ridley Scott lleva al espectador a la dura realidad de la guerra, sin alardes desagradables pero sin ahorrar nada. Visualmente poderosa, cuenta con numerosos planos antológicos, como el de los combatientes somalíes rezando en la playa antes de acudir al combate. Se trata de una película más matizada de lo que podría parecer a primera vista, donde la clave, sin duda, la da el diálogo del líder somalí con su prisionero norteamericano: «¿Qué hacen aquí? Ésta es una guerra civil y solo se terminará con la victoria de uno de los bandos».
En fin, una gran película bélica, sin más historia que el combate, sin conclusión y sin los tópicos al uso, que deja una fuerte impresión de verdad y de obra cinematográfica bien hecha.
Fernando Gil-Delgado