(Actualizado el 25-02-2013)
Tierras Altas de Escocia, siglo X. La pelirroja Mérida es una adolescente rebelde e impetuosa, hija del rudo Rey Fergus y de la refinada Reina Elinor, y hermana de tres traviesos trillizos. Su madre quiere hacer de Mérida una princesa respetable y discreta. Pero a la chica le encanta pelear, disparar flechas –es una excelente arquera– y cabalgar por los frondosos bosques del reino. La tensión entre madre e hija se dispara cuando Mérida boicotea la ceremonia de elección de su futuro esposo, un ancestral concurso en el que participan los primogénitos de los grandes señores de la zona: el enorme Lord McGuffin, el huraño Lord Macintosh y el cascarrabias Lord Dingwall. El desafío de Mérida se completa cuando pide a una excéntrica adivina que realice un hechizo para que su madre cambie de actitud. La bruja le concede su desventurado deseo, que se convierte en una maldición y desata el caos en todo el reino.
Este nuevo largometraje de Pixar Animation desmiente los comentarios de algunos sobre la supuesta crisis creativa del Estudio de Emeryville. Ciertamente, se aprecian a ratos los problemas de producción que ha sufrido la película, inicialmente dirigida en solitario por Brenda Chapman (El príncipe de Egipto), y finalmente firmada por ella y Mark Andrews, y codirigida por el debutante Steve Purcell. Así, resulta un poco abrupta su transición de la comedia disparatada en la primera mitad –cercana al tono de Cómo entrenar a tu dragón, el mejor largometraje animado de DreamWorks– al intenso drama en la segunda parte, con ciertos ecos del filme animado de Disney Hermano Oso. En todo caso, funcionan muy bien tanto los gags cómicos como los pasajes melodramáticos, que incluyen espléndidas secuencias de acción y se enriquecen con reflexiones sobre la familia, la educación, el ansia de libertad.
Todo ello se desarrolla con un ágil ritmo narrativo y con la mejor animación realizada hasta la fecha. Por un lado, los fondos deparan un espectáculo visual impresionante, reforzado por los brillantes efectos del 3D estereoscópico y por la banda sonora del escocés Patrick Doyle, que incluye varias baladas preciosas de Julie Fowlis, Birdy y otros. Pixar da también el do de pecho en lo referente a la animación de personajes –son memorables los gestos y el pelo de Mérida– y al tratamiento de las texturas en vestidos, armamento, pieles…
Es una producción más que notable, quizá no tan redonda como las obras maestras de Pixar –la saga Toy Story, Los Increíbles, Ratatouille…–, pero ha merecido el Oscar y entusiasmará a los buenos aficionados a la animación y al gran público, en especial al femenino.