La segunda película dirigida por el actor George Clooney confirma su talento al otro lado de la cámara. Uno de los consejos que se suelen dar a los escritores es que escriban de asuntos que conocen de primera mano. Clooney es hijo de un famoso presentador de televisión y quizá por eso ha elegido una historia muy precisa sobre una leyenda del periodismo televisivo, el ganador de cinco premios Emmy, Edward R. Murrow (1908-1965).
Después de obtener una licenciatura en oratoria, Murrow se incorporó como periodista a la cadena de radio CBS, que pronto le hizo jefe de su oficina en Londres. Célebre corresponsal de guerra en la II GM, vuelve a EE.UU. y sigue trabajando en radio y luego en TV. En 1961, el Presidente Kennedy le nombra Jefe de la Agencia de Información de EE.UU.
El guión de la película se ocupa de una peripecia muy concreta de la vida de Murrow: su enfrentamiento en 1953-1954 con el senador McCarthy, a cuenta de un caso investigado por el programa «See it now», uno de los primeros magazines periodísticos de la historia de la TV, dirigido y presentado por Murrow. El programa se ocupó del caso de un militar, meteorólogo de las Fuerzas Aéreas, que fue expulsado del ejercito por negarse a denunciar las actividades antinorteamericanas de su padre y hermana, pretendidos simpatizantes del partido comunista.
Clooney vuelve a contar con Steven Soderbergh («Traffic», «Casi famosos»). También repite el montador, Stephen Mirrione, que realiza un trabajo verdaderamente notable que otorga a la película una gran fuerza narrativa. La película se circunscribe a una peripecia bastante concreta y muestra los entresijos del equipo que hace un programa de éxito en la llamada paleotelevisión. El estilo visual es de un clasicismo lleno de elegancia, con una atractiva fotografía en blanco y negro a cargo de Robert Elswit («Magnolia», «Embriagado de amor») que realza el brillo de un excelente reparto, llamativamente compenetrado. Clooney sabe muy bien lo que quiere contar (la importancia de la libertad de expresión y de la independencia de los medios frente al poder político, el carácter maligno de la labor desarrollada por el comité presidido por McCarthy) y lo cuenta con talento y con intensidad.
Ciertamente la película no profundiza en los caracteres y las motivaciones de los personajes, pero quizá ese sea el atractivo de una cinta novedosa en su punto de vista narrativo, aún a costa de simplificar y dejarse bastantes matices en la cuneta, siempre en perjuicio de McCarthy. Eso sí, Clooney no quiere que Murrow caiga bien; de hecho, sus maneras no son nada simpáticas, el trabajo del actor es espléndido. Clooney quiere que el espectador abomine de la caza de brujas y extrapole enseñanzas para el momento presente: «Los actos del Senador de Wisconsin han alarmado y consternado nuestros aliados en el mundo, y reconfortado considerablemente a nuestros enemigos. ¿Y quién es el culpable de esto? Ni por un momento pensemos que es él. No es él quien ha creado esta situación de miedo; simplemente la ha explotado, y cabe admitir que con bastante éxito. Casio tenía razón. La culpa, mi querido Bruto, no se halla en las estrellas, sino en nosotros mismos».»Buenas noches, y buena suerte». (E.R. Murrow en el programa «See it Now», 9 de marzo de 1954).