Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 16/14
(Actualizado el 3-03-2014)
Ron Woodroof, mujeriego y promiscuo electricista, se queda atónito cuando en 1986 los médicos le diagnostican sida –“una enfermedad de maricas”, a su entender– y le dan un mes de vida. Tras la incredulidad viene la desazón, y luego un deseo de aferrarse a la existencia, primero con AZT obtenido clandestinamente, y luego, dada su toxicidad, con medicamentos alternativos, lo que pondrá en su contra a la industria farmacéutica.
Con guion de Craig Borten, que entrevistó largamente a Woodroof antes de su fallecimiento, para luego trabajar en equipo con Melisa Wallack, el film desprende autenticidad, a excepción de algunos pasajes que arremeten contra l…
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