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GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNViolencia

ESTRENO26/01/2008

Año 1982, un pueblo sueco. Oscar, doce años, está muy solo: padres divorciados, vive con su madre a la que apenas ve, no tiene amigos y es víctima del sádico matón del colegio y su banda. Las primeras imágenes le muestran jugando con un enorme cuchillo de caza. Se diría que fantasea con la idea de una venganza. Un día conoce a Eli, una niña de su edad que acaba de mudarse a una casa vecina. Eli pasea descalza sobre el hielo, sin que le afecte, y desprende un “olor raro”.

Una característica del cine nórdico es su tremendo realismo, incluso en los temas más fantásticos. Esta historia de vampiros se parece a una versión realista de los libros del pequeño vampiro de Angela Sommer-Bodenburg, es decir, que la amistad entre el joven humano y la joven vampiresa es una historia de amistad real y de auténtico terror, con todos los elementos del cine clásico del género.

Estamos ante una cinta de terror en la que apenas hay efectos especiales. La fotografía tipo Bergman (El silencio), la ambientación y el trabajo de los actores hacen que el espectador esté continuamente en vilo y se estremezca con las dos historias: una sangrienta aventura de vampiros, y una desgarradora historia de soledad, de necesidad de familia y amor. Tanto la banda sonora, sin efectos, ni música, como la fotografía, que ha suprimido toda calidez en los colores, contribuyen a crear un clima tétrico.

Gracias a su sencillez y belleza, esta pequeña película supera las fronteras nacionales y las del género, y ha sido celebrada por un gran público, y no sólo por los aficionados al terror. Sin los vampiros se quedaría en una historia de amistad entre dos niños solitarios; con ellos es un bello filme, oscuro y siniestro, con un toque fatalista: el lado opuesto de la saga Crepúsculo, que brilla optimista ante el mismo tema.

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