Director y guionista: Mike Figgis. Intérpretes: Wesley Snipes, Natassja Kinski, Robert Downey Jr., Ming-Na Wen, Kyle MacLachlan. 102 min. Adultos, con reparos.Festival de San Sebastián, 1997: Sección Zabaltegi (Zona Abierta).
¿»Pueden un hombre y una mujer (casados) dormir juntos y seguir siendo»… indiferentes el uno al otro? Esta frase, un poco arreglada, es del film Cuando Harry encontró a Sally, de Nora Ephron; y Mike Figgis da una lección con Después de una noche para responder a esta pregunta. Como los clásicos, estructura en tres bloques su contestación: planteamiento, nudo y desenlace.
Un hombre (Wesley Snipes) y una mujer (Natassja Kinski), casados, profesionales, se encuentran casualmente en Nueva York y, allí, mas bien causalmente, pasan la noche juntos. Conscientes de la gravedad del hecho, responsables de la estabilidad de sus respectivas familias, se separan para siempre; pero la casualidad quiere que se vuelvan a encontrar, y esta vez involucrados, con amigos y parientes comunes. Y esta vez es cuando, decididamente, cobra la pregunta toda su fuerza: «¿…y seguir siendo indiferentes…?».
Mike Figgis (Leaving Las Vegas) presenta una realidad en la que no cabe el juego. No es frecuente ver en cine ese salir al paso, con seriedad y profundidad, de una trivialización del sexo: no es la irresponsable satisfacción momentánea de una pasión frívola, sino que, los autores, conscientes del mal paso que pueden dar, lo hacen con miedo, autoengañándose, en definitiva, pretendiendo que ésa sea sólo una página que podrán arrancar con facilidad del libro de su vida.
Pero, como antes está indicado, no les será tan fácil ocultarse y ocultar su mentira: el marido de ella (Natassja Kinski) es muy amigo de él (Wesley Snipes), y a su vez el amigo íntimo de Snipes, enfermo terminal de SIDA (como subtema, y al paso, la vida homosexual queda minimizada moralmente), es el cuñado de Natassja Kinski: ¡más que nudo, un buen lío o enredo de relaciones! En esta situación, lo que fue remordimiento, lo que fue deseo de olvidar, la inconfesada infidelidad, su silencio, se les hace a ambos doblemente difícil. Hasta aquí los actores creen en lo que hacen: Wesley Snipes resuelve su complejo papel con corrección, frente a una Natassja Kinski que perfila su cometido hasta los más últimos matices. La actriz Ming-Na Wen está también admirable en su papel.
Tras un planteamiento correcto (bien que excesivo en detallar las particularidades de esa noche), un nudo dramático con fuerza, real, a Figgis le falta la valentía de llegar con coherencia al desenlace: cae en un arreglo amoral, propio de comedieta, que ni él ni los actores logran hacer creíble. Incluso en lo fílmico el desenlace se opone a la creativa y elegante manera -con muchos hallazgos formales- que usa en el planteamiento, y a la tensión humana del nudo y conflicto interior.
Pedro Antonio Urbina