En Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? –primera parte de esta comedia- veíamos a Claude y Marie Verneuil sufrir porque sus cuatro hijas se iban casando con extranjeros de diferentes etnias y religiones; la historia acabó bien. Ahora Claude se jubila y quiere pasar el resto de sus días con sus hijas y nietos, pero sus yernos deciden volver con estos a sus países de origen. Claude y Marie tienen poco tiempo para retenerlos en Francia.
Philippe Chauveron mantiene el mismo discurso bienintencionado a favor de la integración y no discriminación de nadie, pero, obligado a no repetirse, tiende a exagerar tanto en el cerrilismo inicial de Claude y Marie, como en la tolerancia que acepta todo. El arranque es un poco lento y convencional, pero la historia va a más y tiene momentos muy divertidos.