Director: Lee Tamahori. Guión: David Mamet. Intérpretes: Anthony Hopkins, Alec Baldwin, Elle MacPherson, Harold Perrineau, L.Q. Jones. 105 min. Jóvenes-adultos.
Charles es un multimillonario sabelotodo casado con una guapa modelo. De carácter difícil y marido celoso, mira con ojos de sospecha a Robert, el fotógrafo oficial de su esposa. Un reportaje de ella les conduce hasta un recóndito paraje de Alaska. Allí, un accidente de la avioneta con que inspeccionaban el terreno aísla a Charles y Robert. La obligada convivencia para sobrevivir en un paraje hostil -les acecha un enorme oso- hace que sus diferencias queden, de momento, a un lado.
David Mamet ha elaborado un magnífico guión, que dosifica los sucesos que sufren los protagonistas y, a la vez, ofrece pinceladas que definen sus perfiles psicológicos. Unos magníficos actores -sobre todo Anthony Hopkins- confieren credibilidad a los cambios de humor, nunca forzados, y dan contenido a los juegos de miradas. A la vez se usa con pericia la carta del suspense. ¿Es Charles un marido paranoico? ¿O Robert un cínico que traiciona a la mano que le da de comer? ¿O ambas cosas? ¿O…? Y no sólo crea interés sobre qué ocurrirá en el enfrentamiento a vida o muerte con el oso, sino en sus posibilidades de salvación. Salvación que no se reduce a llegar a un lugar civilizado. Importa más la derivada de la catarsis de una experiencia única, en medio de la naturaleza salvaje, lejos de corrupciones o egoísmos a los que uno se acostumbra.
El film tiene una magnífica, preciosa fotografía paisajística. El neozelandés Lee Tamahori (Guerreros de antaño y la decepcionante Mulholland Falls) dirige con nervio, sabe ofrecer con calculado montaje las escenas de acción y da una vuelta de tuerca más al cine de aventuras, tantas veces maltratado, gracias al cuidado en la definición de personajes.
José María Aresté