Kempton Bunton fue un taxista de 60 años que fue llevado a juicio en 1961 por robar un retrato del duque de Wellington, pintado por Goya, de la National Gallery de Londres. Su motivación no era económica, sino curiosamente filantrópica.
Poco antes de su inesperada muerte a los 65 años de edad, el cineasta Roger Michell presentó en Reino Unido esta película que, en buena parte, resume su filmografía, destacable por dos títulos excelentes: Persuasión (1995) y Nothing Hill (1999).
La selección de los actores y su dirección es impecable. Helen Mirren y Jim Broadbent son ya legendarios; por eso sorprende más la naturalidad con que les acompañan Fionn Whitehead (Dunkerke) y el prolífico Mathew Goode (The Crown, Match Point). Sus personajes deberían tener más chispa y recorrido, pero el guion de la película de los televisivos Richard Bean y Clive Coleman tan solo logra estar a la altura de la historia en algunas escenas emotivas y vibrantes del último tercio de la película. El humor y la ironía del relato son muy elegantes, con la excepción de un par de detalles que chocan con el tono idealista de la historia.
