1850, antes de que EE.UU. comprase Alaska a los rusos, el capitán de un barco dedicado a la caza de focas se enamora de una condesa rusa. Con un magnífico guión de Borden Chase (el guionista de Río rojo y de los grandes westerns de Anthony Mann), Walsh puso toda su alma aventurera en esta película huracanada, que desprende energía y ganas de vivir por todos sus fotogramas.
La disputa entre el capitán Jonathan Clark y su colega El Portugués es tan vitalista que salpica agua de mar, dan ganas de ponerse un chubasquero y sumarse a la tripulación de los balleneros. El tumultuoso pulso Peck- Quinn en el bar, la regata entre los dos barcos, son secuencias que siempre te acuden a la cabeza cuando tienen que hablar de cine de aventuras, un género en el que Walsh es insuperable y un espejo en el que se han mirado las grandes películas que vendrían después como Indiana Jones y esa delicia del maestro Peter Weir llamada Master and Commander.
El mundo en sus manos es, por otra parte, un ejemplo de cómo vertebrar una cinta de aventura romántica sobre la rivalidad entre dos hombres, cosa en la que Borden Chase es un maestro, como queda patente en la excelente Horizontes lejanos (Bend of the river) del citado Mann.