Director y guionista: Andrew Niccol. Intérpretes: Nicolas Cage, Bridget Moynahan, Jared Leto, Ethan Hawke, Ian Holm. Adultos. (VXSD)
Andrew Niccol es un realizador interesante que ha demostrado con su filmografía que es posible entretener mientras se hace pensar. Sus apuestas argumentales siempre han sido arriesgadas, pero su dominio del lenguaje cinematográfico le ha evitado el peligro de rodar unas películas-tesis incapaces de conmover.
En «Gattaca», un drama futurista, abordó el tema de la clonación y el peligro de una sociedad despersonalizada con una estética de film de ciencia-ficción, un ritmo de clásica película de acción y una historia de amor como telón de fondo. En el guión de «El show de Truman» planteó una certera e inspirada crítica de lo que podía llegar a ser el mundo de los «realities» jugando de manera inteligente con el espectador; en «Simone» volvió a situar la acción en un escenario televisivo, en este caso para plantear los conflictos que pueden surgir cuando se da carta de realidad a lo virtual, a través de la sencilla historia de un presentador en horas bajas.
En «El señor de la guerra», el tema es el tráfico de armas. Niccol centra la historia en el drama personal del traficante Yuri Orlov y su bajada a los infiernos. Orlov es un joven judío que trabaja con sus padres y su hermano en un restaurante. Después de presenciar un tiroteo, decide vender armas. Seguido de cerca por la policía y convertido en un hombre rico, casado con una bellísima mujer y padre de un hijo, Orlov se ve obligado a llevar una esquizofrénica doble vida.
Cage construye con solvencia un personaje que parece estar hecho a su medida; Orlov es un tipo amoral que maneja la mentira como arma principal. La primera víctima de esa mentira será él mismo: es mentira el argumento que le impulsa a vender armas, es engañosa su evasión a través del alcohol, la droga o el sexo, su matrimonio se asienta en una farsa… y quien protege a Orlov son algunas políticas fraudulentas.
A pesar de la dureza del tema y de que le sobran minutos -hay caídas de ritmo y situaciones que se empantanan y repiten- estamos, una vez más, ante una película interesante, algo irregular, pero de una gran fuerza expresiva, muy bien fotografiada y con una banda sonora de una elocuencia crítica sorprendente.
Ana Sánchez de la Nieta