Director: Peter Jackson. Guión: Frances Walsh, Philippa Boyens, Stephen Sinclair y Peter Jackson. Intérpretes: Elijah Wood, Miranda Otto, Bernard Hill, Andy Serkis, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, Liv Tyler, Ian Holm, Christopher Lee, Cate Blanchett, John Rhys-Davies, Hugo Weaving. 179 min. Jóvenes.
El año pasado, con su monumental versión fílmica de La Comunidad del Anillo, el cineasta neozelandés Peter Jackson (Criaturas celestiales, Agárrame esos fantasmas) dejó satisfechos a los entusiastas del filólogo y novelista inglés J.R.R. Tolkien, y descubrió su saga de fantasía heroica a millones de personas en todo el mundo. Ahora da el do de pecho en Las Dos Torres, excelente adaptación de la segunda novela de la trilogía, más dramática, divertida y profunda que su antecesora.
Jackson sintetiza con habilidad la novela de Tolkien hasta entrelazar con sorprendente fluidez las complejas tramas paralelas que la componen: el viaje hacia Mordor de Frodo, Sam y Gollum; el encuentro con los ents de los hobbits Merry y Pippin tras liberarse de los orcos; y las andanzas del humano Aragorn, el elfo Legolas y el enano Gimli hasta que ayudan al pueblo humano de Rohan en la batalla del Abismo de Helm. En esta lucha feroz se manifiestan los oscuros poderes de Sauron y Saruman -que inundan de maldad la Tierra Media desde sus torres de Barad-dûr y Orthanc-; pero en ella brilla también la generosidad de los elfos y la nueva luz del mago Gandalf, ahora llamado el Blanco.
Todos los nuevos personajes están muy bien caracterizados e interpretados, especialmente Gollum, diseñado y animado por ordenador a partir de los gestos del actor Andy Serkis. Se introduce así en la historia un espléndido duelo dramático entre la enfermiza ambición de Gollum- Smeagol, la piedad que siente Frodo por él y la desconfianza de Sam, cuya inquebrantable lealtad se torna decisiva. Esta penetrante indagación moral se completa con una mayor atención al tono poético y mítico de los diálogos. Y ambas llenan de emoción las apabullantes escenas de guerra, envueltas en un halo de heroísmo delimitado por la fe, la caridad y el sacrificio.
Quizá muchos espectadores se queden en la fascinante epidermis visual de la película: en sus preciosos parajes naturales y en sus sensacionales decorados, envueltos por la poderosa fotografía de Andrew Lesnie y la suave música de Howard Shore. Otros no pasarán de su decidida apología ecologista o de su intenso melodrama a tres bandas. En cualquier caso, todos ellos lo pasarán bien. Sin embargo, sólo disfrutarán la película en plenitud quienes calen en la sugestiva visión del hombre y del mundo que late en la novela del católico Tolkien y en las imágenes de la versión fílmica.
Jerónimo José Martín