Denzel Washington encarna a Whip Whitaker, veterano piloto civil con muchos problemas. La primera secuencia lo muestra en pleno desmadre en un hotel (sexo, alcohol y drogas), y enseguida descubrimos que tiene malas relaciones con su ex y su hijo adolescente; y a la mañana siguiente tiene que volar. El vuelo será complicado y tendrá consecuencias.
Luego se abre una investigación. La sangre fría de Whitaker salvó muchas vidas, pero el análisis de sangre revela que había bebido. El guion subraya puntos absurdos del sistema legal vigente, pero no se adentra en la posible redención del protagonista.
Robert Zemeckis no había dirigido una película con actores desde Náufrago (ha trabajado, con cierto éxito, en animación digital), y eso le ha pasado…
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