Directora y guionista: Kasi Lemmons. Intérpretes: Jurnee Smollett, Samuel L. Jackson, Lynn Whitfield, Meagan Good, Debbie Morgan, Diahann Carroll, Vondie Curtis Hall. 110 min. Adultos.
Bayou es una zona pantanosa de Louisiana, y metáfora de lo que narra la directora y guionista Kasi Lemmons. Allí viven los Batiste, una familia negra acomodada. A lo largo de un verano, Eve, la hija pequeña, descubre que su padre, un conocido médico, engaña a su bella esposa con la mujer de un amigo. Esta revelación introduce a la niña en una espiral de sentimientos encontrados y traumáticos, que aceleran su paso a la adolescencia.
Este emotivo y sólido drama sureño se aleja del modelo que retrata los problemas de los afroamericanos en las grandes urbes, y ni siquiera aborda el racismo. Está más cerca de Nunca te acuestes enfadado, de Charles Burnett, que de los films de Spike Lee o John Singleton.
Lemmons aborda este film, duro sin duda, evitando las estridencias. Quizá es uno de sus mayores méritos, que aporta fuerza a uno de los momentos más sobrecogedores: cuando Eve descubre a su padre con una mujer. El diseño de esa escena es creíble, y se aleja de los manidos tópicos con que resuelven otros films.
Como es frecuente en los relatos que transcurren en el Sur de Estados Unidos, en Eve’s Bayou la magia está presente, a través de las habilidades como vidente de Mozelle, una mujer como tocada por una maldición, a la que se le han muerto tres maridos. Y en los deseos de castigar a su padre, Eve recorre al vudú. Hay una presencia religiosa a través de estos elementos, tratada de un modo original, que evita la sensación de fraude que recorre, por ejemplo, Medianoche en el jardín del bien y del mal, de Clint Eastwood. En Eve’s Bayou se adivina la actuación de Dios, más allá de las prácticas supersticiosas, o incluso de posibles dones; y se señala la responsabilidad moral de las personas en sus propias actuaciones, indicándose que las verdaderas desgracias que uno vive se las suele labrar uno mismo. De este modo se suaviza en parte el indudable fatalismo que también se encuentra en el film.
La actriz Kasi Lemmons debuta con aplomo en la dirección. Desde el comienzo en off -«el verano en que maté a mi padre yo tenía 10 años»- logra despertar el interés. Y se nota la formación que tiene en el campo de la interpretación al crear unos tipos humanos bien perfilados, con matices, creíbles; y al dirigir estupendamente a los actores que los encarnan, desconocidos a excepción del siempre excelente Samuel L. Jackson.
José María Aresté