Años 70. María abandona a su novio italiano al pie del altar y viaja a España, donde buscará cumplir uno de sus sueños: bailar en televisión.
Estamos ante un musical basado en las canciones de Raffaella Carrà y con un escenario muy concreto: el de la de la televisión de los últimos años del franquismo, con su censura y su caspa, pero también con sus ganas de divertirse y de innovar.
No creo que nadie espere una obra digna de Broadway a partir de estos elementos (repasen las letras de la Carrà y lo entenderán todo). Por eso, la película no promete más de lo que da. Es un musical entretenido, muy vistoso y colorido, pegadizo, bastante hortera y con su ingrediente de inocente denuncia social. En resumen, lo que fue Raffaella Carrà.
Todo –interpretaciones, coreografías, diálogos– es correcto. No chirría mucho ni tampoco sobresale nada. En Italia lo llaman divertimento.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta