Una boda en el Hotel Plaza de Nueva York marcó la infancia de Liv y Emma. Durante veinte años no han dejado de soñar y ahorrar para tener una boda igual a aquella tan memorable. Liv es una abogado de éxito y Emma una maestra de escuela. Cuando sus respectivos novios les piden matrimonio empieza la cuenta atrás.
Todo en esta floja comedia habla de lujo, consumo compulsivo, gente guapa diciendo tonterías y nada más… eso sí, con la inevitable moraleja final de que en el fondo todo ese accesorio no es lo importante; lo que cuenta son los valores, la amistad, el amor y la sana búsqueda de la felicidad”.
En la película solo hay dos buenas actrices comportándose como barbies descerebradas, acompañadas de novios insulsos, inmersas en situaciones pretendidamente graciosas y diálogos supuestamente chispeantes, muy tópicos todos ellos.
El director, Gary Winick, tiene una trayectoria anodina, con películas como El sueño de mi vida y La telaraña de Carlota. Los guionistas son tres actores (un hombre y dos mujeres) con poca experiencia en la escritura.