Alain Wapler (Fabrice Luchini), ingeniero y empresario de la industria automovilística, está a punto de mostrar al gran público su nuevo coche estrella: un vehículo de lujo, totalmente eléctrico. Pero Wapler es un hombre muy ocupado, que no tiene tiempo más que para su trabajo. Y eso acaba pasando factura: un ictus, intervenido a tiempo gracias a la rapidez de su fiel chófer, le provoca algo de pérdida de memoria y, sobre todo, problemas en el habla el reconocimiento de palabras. Por suerte, Jeanne (Leïla Bekhti), logopeda, le ayudará a hacer la presentación del coche. Y a descubrir algo más.
Es casi imposible no pensar en A propósito de Henry al leer la sinopsis de esta película. Pero lejos de ser una imitación de la historia protagonizada por un joven Harrison Ford, estamos ante una divertida comedia, que recuerda más a otra francesa, Bienvenidos al norte, por el constante juego de palabras.
El desconocido Hervé Mimran escribe y dirige esta historia, adaptando el libro autobiográfico de Christian Streiff, J’étais un homme pressé (“yo era un hombre bajo presión”). En él, Streiff, CEO de compañías como Peugeot o Airbus, sale bien de un derrame cerebral, pero tiene que reeducar el habla. Y también la visión que tiene de las cosas aparentemente más triviales, dándose cuenta de que la vida es un regalo que no podemos dejar pasar.
Fabrice Luchini y el resto del cuarteto protagonista –la hija, la logopeda y el celador–, consiguen mantener el equilibrio, convirtiendo un hecho dramático como un derrame cerebral, en algo muy cómico; pero no histriónico. Te ríes con Wapler, mientras piensas que hay algo mucho más grande que el triunfo personal. De ahí la importancia del tramo del Camino de Santiago, metáfora del recorrido de los protagonistas principales como un viaje interior.
Es verdad que el guion flaquea un poco y, por momentos, la película se hace un poco larga –a pesar de durar poco más de hora y media–, pero lo compensa la buena música, con canciones de Bob Dylan, algo de country o una versión de “Father and Son” más que digna.
Se trata, pues, de una nueva comedia francesa muy agradable de ver. Para pasarlo bien, reír y también pensar. Temas como la fidelidad en la amistad, el amor, la familia y el trabajo bien hecho están muy presentes en ella. Sigue la estela de otras buenas comedias francesas como –además de la ya mencionada– La fortuna de vivir o, más recientemente, Mis tardes con Margueritte.
Jaume Figa i Vaello
@jaumefv