A pesar de la grave crisis económica que padece, Argentina ha producido en los últimos años numerosas películas de gran calidad, algunas de ellas en la mejor línea del nuevo cine social. Entre estas últimas destacan Un lugar en el mundo, El dedo en la llaga, Mundo Grúa, Nueve reinas, Bolivia, Un oso rojo… La debutante Paula Hernández, formada en la publicidad y como ayudante de dirección de Eduardo Mignogna y Eduardo Milewicz, da continuidad a esa corriente en Herencia, interesante melodrama galardonado en numerosos festivales y distinguido en 2002 por la Academia Argentina con los premios al mejor guión y a la mejor opera prima.
Paula Hernández edifica una historia compleja y profunda sobre una anécdota más bien pequeña y quizás improbable. Se trata del encuentro de dos extranjeros en un barrio popular de Buenos Aires. Peter es un ingenuo y tozudo joven alemán que busca a su antigua novia. Y Olinda, una madura y desencantada mujer italiana, que regenta desde hace décadas un modesto restaurante. El choque entre esos dos caracteres diversos provoca un hondo cambio en ellos mismos y a su alrededor.
Además de un guión detallista, nítido respecto a la evolución de los personajes, Paula Hernández ofrece una sólida puesta en escena, atractiva en su sobrio realismo. Por ella discurren unos actores entrañables, entre los que destaca Rita Cortese. Ellos dotan de verosimilitud a la emotiva apología solidaria que propone la película, firmemente asentada en una certera visión de la tragedia de la soledad, la grandeza de la amistad y la necesidad de la integración multicultural en un mundo donde todos somos ciudadanos y extranjeros.
Jerónimo José Martín