Un maquis catalán ha pasado ocho años en una cárcel española. En 1958 viaja a La Habana para buscar a Julia, la mujer amada que consiguió escapar de la policía con el botín de un atraco que cometieron juntos. En Cuba, Castro está a punto de derrocar a Batista.
El quinto largometraje del realizador barcelonés de 46 años, Mariano Barroso («Éxtasis», «Kasbah») se basa en una novela de su hermano Miguel, periodista y en la actualidad secretario de Estado de Comunicación del gobierno español. Como «thriller» de género negro, la cinta tiene un cuidado diseño de producción y una gran fotografía de Javier Aguirresarobe, uno de los grandes en su oficio a nivel mundial.
Pero la historia no está bien contada, peca de elemental y hay demasiados diálogos romos. Sobra pose y falta hondura. Las interpretaciones -especialmente la del protagonista- tienen credibilidad intermitente: por momentos hay un tono declamativo verdaderamente inexplicable y hay varios personajes de cartón-piedra. Una película digna pero casi nunca apasionante, a la que pesa su enfático empeño por imitar a Lang, Hawks, Preminger y demás maestros del gran cine negro norteamericano.
Alberto Fijo