Nueva entrega del superhéroe de la Marvel. Shane Black tarda un poco en encontrar el ritmo de la trama y en equilibrar el habitual cóctel de acción trepidante y humor desatado, recurriendo incluso a algunos gags algo zafios. Pero, en cuanto adquiere velocidad de crucero, ofrece a los aficionados al género un espectáculo enormemente entretenido, eficacísimo en sus constantes golpes de humor, apabullante en sus aparatosos efectos visuales, con varias secuencias de acción antológicas.
Hay también algunos leves refuerzos dramáticos en torno a la perversión de la ciencia y al enriquecedor periplo vital y moral del protagonista. Esta vez vemos un Iron Man que suaviza su cínica superficialidad –sobre todo tras su encuentro con un niño– y fortalece el sentido profundo de su vocación de superhéroe: limitado, como todos, y necesitado, también como todos, de la ayuda de los demás.