En Arabia Saudí, una joven doctora trata de ejercer la medicina entre las incomprensiones de muchos de sus compatriotas –que se niegan a que les trate una mujer– y una gran pobreza de medios humanos. Decidida a cambiar las cosas, se presenta a las elecciones de su distrito.
La cineasta saudí Haifaa Al Mansour, que sorprendió al mundo con La bicicleta verde y confirmó su talento con la extraña pero meritoria Mary Shelley, vuelve al costumbrismo de su primera película para contar una historia sencilla, de inequívoco mensaje feminista, protagonizada por una familia entrañable y con un personaje central muy valioso.
Se percibe que Al Mansour conoce muy bien la situación real de la mujer en Arabia Saudí y sabe reflejarla con contundencia, con detalles que tienen mucha fuerza y, al mismo tiempo, con una gran humanidad. Tiene Al Mansour la delicadeza, que no tienen otros cineastas, para reflejar que los cambios sociales no solo se impulsan a través de leyes, sino que requieren un cambio en los comportamientos de cada persona. En ese sentido, la subtrama del anciano enfermo que se niega a ser tratado por la protagonista tiene mucha fuerza emotiva y moral.
El feminismo de la película de Al Mansour es uno que apuesta por exponer en lugar de gritar y prefiere convencer a vencer. Al final, la contundencia y el realismo de los hechos acaban ganando la partida a los prejuicios y las ideologías. Y, en ese sentido, la cinta es luminosamente positiva y muestra un feminismo incluyente donde caben hombres y mujeres.
Cinematográficamente, le falta a la película un poco de ritmo, especialmente en su tramo medio, y la pobreza de la producción puede pesarle a un espectador muy poco acostumbrado a austeridades. La fuerza argumental y el valor costumbrista de la cinta compensan estas lagunas.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta