La decisión es una película iraquí que representa a su país en la carrera de los Oscars. Trata de Sara (Zahraa Ghandour), una joven terrorista suicida que quiere volarse en la estación de ferrocarril de Bagdad, durante un acto oficial de reapertura de la instalación tras la guerra. Cuando lo va a hacer, un buscavidas, Salam (Ameer Jabarah), se mete con ella, y ella le toma como rehén. A partir de ese momento, Salam tratará de que Sara desista de su empeño.
La película vuelve al tema del islamismo, tan presente en el cine de estas dos últimas décadas, pero desde la perspectiva de una producción iraquí, en la que los norteamericanos no salen muy bien parados. Plantea la cuestión desde el punto de vista de unos musulmanes víctimas inocentes de otros musulmanes radicalizados.
A pesar de que la película está bien contada, es quizá demasiado obvia en sus conflictos y construcción de personajes, pero a la vez falta el contexto para empatizar con ellos. Dicho de otra manera, la dialéctica entre la ideología y la humanidad está presentada de forma muy esquemática. Estos defectos, siendo importantes, no eclipsan del todo el film, gracias a unas interpretaciones vigorosas y al interés intrínseco del hecho que cuenta.
La puesta en escena está en función del personaje de Sara, a la que la cámara sigue durante casi todo el rato, aunque alguna vez abandona injustificadamente su punto de vista, como en el caso de los niños, que son por cierto una alegoría del Iraq actual. El director, Mohamed Al Daradji, ha hecho casi toda su carrera en el campo del documental, y quizá por ello la película cojea en cuanto obra de ficción, pero es brillante por la fuerza de las imágenes.