Britania, siglo II después de Jesucristo. Un joven soldado romano, Marco Aquila, se dispone a recuperar el emblema de la IX Legión -una cabeza de águila dorada- y restaurar, de paso, el honor de su familia.
Kevin MacDonald ha demostrado ser un realizador con capacidad de abordar géneros muy distintos. Ganó un Oscar al mejor documental en el año 2000 por Un día de septiembre. Rodó un intenso y duro biopic por el que Forest Whitaker ganó el Oscar al mejor actor (El último rey de Escocia). Después dirigió un interesante thriller, La sombra del poder, con Rusell Crowe y Ben Affleck. Ahora adapta a la gran pantalla una novela histórica juvenil, El águila de la Novena Legión, publicada por Rosemary Sutcliff en 1954.
Rodar un peplum en pleno siglo XXI es arriesgado, máxime cuando se trata de una película masculina al 100% (no hay ningún personaje femenino) y con una única trama. La película se construye con pocos mimbres: un conflicto épico sencillo, de pérdida del honor militar; dos personajes, un romano y su esclavo, y una larga persecución. Lo curioso es que, sin ser una película brillante, la cinta entretiene. En el fondo, es una demostración de que la épica y el cine forman buena pareja.
Como ocurre en sus otras películas, el escocés MacDonald tiene un buen sentido del ritmo en la narración. La puesta en escena remite al cine clásico: está al servicio del argumento, sin alardes de estilo y sin estridencias. El diseño de producción y la caracterización son correctos. Channing Tatum defiende bien su personaje aunque queda patente que Jamie Bell es mejor actor que él.