Director y guionista: Omar Naïm. Intérpretes: Robin Williams, Mira Sorvino, James Caviezel, Vincent Gale, Mimi Kuzyk. 105 min. Jóvenes-adultos.
Zoë es el nombre que recibe un chip que se puede implantar en el cerebro previo pago a la compañía que le comercializa. El chip graba la vida de la persona que lo lleva para que cuando haya fallecido, sus acaudalados familiares puedan recordarlo gracias a esas imágenes y sonidos. Cada momento de su vida quedará impreso en esa memoria artificial que, después de la muerte del portador, un editor (de ahí el título original) se encargará de visionar y montar como si de una película se tratara, seleccionando lo más positivo. Alan Hakman (Robin Williams) es el mejor editor de la compañía Zoë Technologies. De tanto editar vidas ajenas, se ha convertido en un hombre sin sentimientos, pero él también tiene sus traumas y pecados no expiados, y un día, cuando le encomiendan editar un vídeo fúnebre…
Interesante y solvente «thriller» de ciencia-ficción de un director y guionista jordano de tan solo 27 años que ha contado con la gran ayuda de Tak Fujimoto, director de fotografía de «El sexto sentido», «Señales» y «El silencio de los corderos», que crea una atmósfera muy inquietante. La película está bien llevada y te mantiene en tensión hasta el final. Es llamativa la insistencia de un buen número de películas recientes en historias sobre la culpa y la redención, con alambicadas soluciones tecnológicas, esotéricas o míticas para enfrentarse al misterio del mal, del pecado, de la conciencia, de la reparación. Después de ver películas como «La memoria de los muertos» se valora más la encantadora sencillez con la que los católicos pueden acudir al sacramento de la confesión, en el que Dios perdona y fortalece, gratis y sin efectos especiales.
Alberto Fijo