En Argentina, un “gil” es una persona lenta, a la que le falta viveza y picardía. Pero hasta esa gente simple, honesta, cumplidora de las reglas, habituada a aguantar, a bregar y a volver a aguantar, tiene un límite que no hay que traspasar. La película de Sebastián Borensztein narra la divertidísima odisea de un grupo de “giles” que, al grito de “vamos a recuperar lo que nos pertenece”, pasan de lo manso a lo bravo.
Con una buena definición de personajes con los que es imposible no empatizar, un guion con puntos de giro y ritmo, y el toque humor del cine argentino, La odisea de los giles es un divertimento más que correcto.