Alexandra vive unas horas frenéticas que le llevan a debatirse entre el afecto a su padre, que está grave e ingresado en el hospital, y su trabajo en una base aeroespacial que acaba de recibir unas señales que podrían cambiar la historia de la ciencia.
Luis Tinoco (Mataró, 1978) llevaba dos décadas trabajando en efectos especiales, había creado su propia empresa y supervisado películas como Interstellar o Hellboy. Precisamente por sus conocimientos técnicos, se dio cuenta que no podía contar con el presupuesto necesario para realizar una película de ciencia ficción que visualmente pudiese competir con las grandes superproducciones. Así que decidió contar esta historia sin efectos especiales de ningún tipo, supliendo esa carencia con ingenio…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.