En 2012, Blancanieves y la leyenda del cazador gozó de un notable éxito internacional gracias a su entretenida revisitación a los pasajes más oscuros y guerreros del popular cuento de los hermanos Grimm, acercándolo al estilo de El Señor de los Anillos. Ahora, el francés Cedric Nicolas-Troyan —que debuta en el largometraje— no logra mantener el nivel en El cazador y la Reina del Hielo, nueva entrega de Las crónicas de Blancanieves, mucho menos redonda que su predecesora.
Años antes de que Ravenna fuese apuñalada y aparentemente vencida por Blancanieves, la malvada reina fue testigo de cómo su hermana Freya sufría una desgarradora traición y huía del reino. Valiéndose de su habilidad para congelar a cualquier enemigo, la joven reina del hielo Freya lleva ya décadas en un remoto palacio invernal formando una legión de cazadores letales.
A la propia confusión narrativa del guion —que imita descaradamente El Señor de los Anillos y las Crónicas de Narnia—, se añade un cierto desequilibrio en la presencia de los personajes (Charlize Theron tarda una eternidad en aparecer) y más de un efecto digital resulta chapucero, como en la batalla contra los goblins. Además, acaba irritando su frívolo tratamiento humorístico del sexo, sobre todo verbal, pero también puntualmente formal. Una decepción, pues, que compromete la continuidad de esta nueva saga de fantasía heroica.