Live is Life recuerda en su título a la mítica canción que la banda australiana Opus compuso en 1985 (Life is Life). El tema se escuchó hasta la saciedad en aquellos años y pasó a convertirse en parte de la cultura popular cuando Diego Armando Maradona realizó un calentamiento al ritmo de la canción, durante las semifinales de la copa de la UEFA 1989. Maradona en acción era realmente una explosión de vida y de plenitud.
La tercera película de Dani de la Torre no va de fútbol, pero sí habla de ese sentimiento de vitalidad, de potencia imparable de la primera juventud, de esa explosión de vida y de ganas que todos hemos sentido; de ese paraíso perdido que dura apenas dos o tres veranos en los que se estrena todo y se disfruta de la vida a chorros.
Después de un thriller de acción –El desconocido (2015)– y de una película de cine negro –La sombra de la ley (2018)–, el director gallego nos entrega su obra más personal y nostálgica. Como guionista ha contado con Albert Espinosa, autor de Planta 4ª (2003), dirigida por Antonio Mercero, y de la serie Pulseras rojas (2011-2013), ambas sobre amistades y conflictos preadolescentes.
Las películas de grupos de chavales pueden considerarse un subgénero en sí mismas; recordemos títulos clásicos de los ochenta como Los Goonies (Richard Donner, 1985), Karate Kid (John G. Avildsen, 1984), y la serie Verano azul (Antonio Mercero, 1981-1982). Más recientemente, y con aire de revival, hemos podido ver Super 8 (J. J. Abrams, 2011), la exitosa serie Stranger Things (Matt y Ross Duffer, 2016), y, en el cine español, la muy reseñable Héroes (Pau Freixas, 2018). De todas ellas bebe Live is Life, que las reinterpreta sin grandes variaciones, pero con la misma frescura y naturalidad. Por cierto, da gusto ver a chavales disfrutando de la amistad, de las bicicletas y del verano, ajenos a las tensiones de las redes sociales y otras dictaduras del momento.
