Directora: Catherine Hardwicke. Guión: Stacy Peralta. Intérpretes: Emile Hirsch, John Robinson, Victor Rasuk, Michael Angarano, Nikki Reed, Heath Ledger, Rebecca De Mornay. 107 min. Adultos. (VXSD)
Tres adolescentes de un barrio pobre de la localidad californiana de Venice, junto a Los Angeles, comparten su afición por el «surf» extremo. En 1975, trasladan al «skate» lo que han aprendido en los rompientes de un muelle abandonado donde se juntan con unos tipos más mayores, dueños de una tienda de «surf». Unas ruedas de un material muy adherente les permitirán patinar verticalmente, «surfeando» las paredes de cemento de piscinas vacías. Se revolucionaba así la técnica de un deporte hasta entonces horizontal, que frecuentemente servía como válvula de escape para chicos con problemas, con rabiosas ansias de independencia. Luego vendrán el veneno de la competición, la entrada en el mundo de los patrocinadores, los contratos, el dinero, la profesionalización. La estrecha amistad de los chicos, que han compartido una infancia difícil en un duro entorno -pobreza, familias desestructuradas, alcohol, drogas, sexo- se pondrá a prueba.
Stacy Peralta (uno de los tres chicos) escribió y dirigió un documental, «Dogtown and Z-Boys» que fue muy bien acogido en Sundance (premio al mejor director y premio del público). Peralta, a sus 48 años, se encarga del guión de esta película de 25 millones de dólares producida por Columbia. Cometerían un error los que pensaran que es una más de esas historias de superación deportiva o de chicos rebeldes y problemáticos.
A la solidez del guión hay que añadir una realización con un nivel técnico envidiable (las imágenes de «surf» y de «skate» transmiten vértigo y adrenalina) y un alto nivel interpretativo (el australiano Heath Ledger hace su mejor trabajo hasta la fecha caracterizando al dueño de la tienda de «surf» que patrocina la carrera competitiva de los chicos). Como ya le ocurrió en «Thirteen», el retrato de Hardwicke es duro y descarnado pero quizás le ha salido más auténtico, menos peliculero. La directora demuestra soltura para contar historias sobre gente joven. Quiere gustar y entretener -cosa no reprochable-, pero pasa de puntillas por el lado oscuro y eso contribuye a una visión engañosa, especialmente para adolescentes.
Evidentemente, el poso que deje esta película dependerá de la mirada de quien se acerque al fenómeno de los llamados deportes extremos.
Vidas golpeadas, pobreza, rabia, rebeldía, miedo, estupidez, egoísmo, vacío, amistad, dinero, fama. Venice es la patria chica de El Nota («El gran Lebowski»). Y de Julia Roberts.
Alberto Fijo