Icíar Bollaín ha estrenado su última película en el festival de cine de San Sebastián; Maixabel aborda los encuentros entre etarras con delitos de sangre y familiares de las víctimas que puso en marcha el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010. La protagonista de la película es Maixabel Lasa, esposa de Juan María Jáuregui, gobernador civil de Guipúzcoa de 1994 a 1996 y asesinado por ETA en 2000. Era un defensor convencido de la vía del diálogo para acabar con el conflicto vasco.
A priori, Bollaín no lo tenía fácil: estrenar en Donostia una película sobre ETA sin ser vasca y después de Patria –inevitable comparación– implica ser valiente y, más aún, reconocer sin ambages que se trata de una película de encargo, como dijo la directora en algunas entrevistas.
Sin embargo, la acogida de la crítica y del público ha sido muy favorable, lo que indica, además de una mayor normalidad en el País Vasco, capaz de tolerar cine sobre el conflicto, un buen trabajo de Bollaín que ha sabido adentrarse en territorio minado hurgando con delicadeza, matiz y precisión en heridas todavía abiertas.
Por eso decía una parte del público en San Sebastián que era una película necesaria, porque se requieren estos ejercicios curativos, y el cine probablemente sea hoy más eficaz en esto que la política.
El trabajo actoral merece capítulo aparte: todo el reparto es sobresaliente y no tiene nada que envidiar al –también magnífico– elenco de Patria, formado al completo por actores vascos. Blanca Portillo interpreta a una Maixabel Lasa absolutamente creíble; Luis Tosar, brillante como siempre; pero también magníficos Urko Olazabal y María Cerezuela, que derrocha naturalidad.