Mi mujer es una actriz

TÍTULO ORIGINAL Ma femme est une actrice

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director y guionista: Yvan Attal. Intérpretes: Yvan Attal, Charlotte Gainsbourg, Terence Stamp, Noémie Lvovsky, Ludivine Sagnier, Lionel Abelanski, Laurent Bateau. 93 min. Adultos.

Nacida en Londres, pero francesa de nacionalidad, Charlotte Gainsbourg es hija de la actriz Jane Birkin y del famoso músico Serge Gainsbourg. En 1985, con sólo 14 años, ganó el Cesar a la mejor actriz revelación por L’Effrontée, de Claude Miller. Nueve años después triunfó internacionalmente con su excelente interpretación en Jane Eyre, de Franco Zeffirelli. Y en 1999 ganó otro Cesar por su trabajo en La bûche, de Danièle Thompson. Ahora confirma su carisma personal y su alta calidad interpretativa en Mi mujer es una actriz, debut como guionista y director de su marido en la vida real, el también actor Yvan Attal, de origen israelí.

Yvan es un periodista deportivo, algo rudo e insensible, que lleva fatal la enorme popularidad de su mujer Charlotte, actriz de gran progresión internacional. Además, ella ansía tener un hijo, pero él no quiere, a pesar de que comprueba cómo la maternidad sostiene el conflictivo matrimonio de su hermana, una aguerrida mujer judía como él. Los celos de Yvan se vuelven enfermizos cuando Charlotte viaja a Londres a rodar una película romántica con un veterano y popularísimo actor, famoso por sus dotes de seductor.

Acierta plenamente Attal al afrontar de cara los conflictos morales del trabajo del actor y sus consecuencias en los dilemas habituales de cualquier matrimonio joven. Esto da enjundia a las excelentes interpretaciones y a la ágil puesta en escena. Así, tomando como modelos a Woody Allen y a los grandes de la comedia clásica de Hollywood, Attal arranca muchas carcajadas a costa de los patológicos celos de su personaje -que además afronta un incómodo romance con una estudiante de arte dramático-, de los esfuerzos de su esposa por no alentarlos y de las hilarantes peleas entre la hermana de Yvan y su marido, que padecen también los problemas derivados de la mixta religión. Ciertamente, Attal permite ciertos excesos caricaturescos, varios desparrames de sal gruesa y alguna escena demasiado exhibicionista, como la del rodaje nudista de una escena de cama. Pero, en general, despliega con buen humor una visión muy positiva de la fidelidad matrimonial y la maternidad.

Jerónimo José Martín

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