Sin duda ha sido una de las películas estrella del Festival de San Sebastián. Y no por su calidad cinematográfica, de la que luego hablaremos, sino por la polvareda que han levantado las declaraciones de Alejandro Amenábar y por la polémica que acompaña siempre, o casi siempre, a las películas españolas sobre la Guerra Civil. Polémica buscada, no nos engañemos, que somos todos mayores y aquí de lo que se trata es de vender entradas.

Pero vayamos por partes. La película de Amenábar se centra en el conflicto ideológico de Miguel de Unamuno en los primeros días de guerra. Unamuno, gran defensor de la República, apoyó el golpe del 36 al verlo como un remedio al desorden del país, para luego criticar también con fuerza la represión franquista.

Mientras dure la guerra se centra en un episodio que, aunque discutido desde el punto de vista historiográfico, resume bien las idas y venidas del filósofo español. El 12 de octubre de 1936, el todavía rector de la Universidad de Salamanca se enfrentó con el general Millán Astray en un discurso del que ha quedado la célebre cita “Venceréis, pero no convenceréis”, y la réplica de Millán Astray: “Muerte a los intelectuales”. Parece que hay mucho de narrativa en la reconstrucción dramática del episodio, ya que no se grabaron las intervenciones y lo que se conserva son solo algunos apuntes a mano del discurso de Unamuno; pero en cualquier caso, la anécdota le ha servido a Alejandro Amenábar para construir su ficción.

Una ficción que trata de evitar el enfrentamiento burdo, eso sí, sin dejar de tomar partido –“Unamuno es el bueno, y Franco, el malo”, afirma contundente Amenábar– y sin evitar algunos momentos de brocha gorda que harán enrojecer a más de un espectador medianamente sensato y desprejuiciado. Pero al centrar la película en un hombre que duda, que evoluciona, que busca la verdad, que sufre por ella y que es capaz de señalar las incoherencias de uno y otro bando (cosa que no hacen los sectarios), la película consigue que el espectador respire, y que piense. Otra cosa es la campaña mediática, pues, junto con afirmaciones ponderadas del director sobre el diálogo, el entendimiento, etc., hemos leído otras que son directamente ejemplos de posverdad (el director ha llegado a afirmar que la España actual es la que diseñó Franco).

De todas formas, esta polémica se entiende porque, y vamos ahora al meollo, cinematográficamente la cinta es muy corrientita. Alejandro Amenábar se ha pasado de frenada en el clasicismo y ha rodado una película como si fuera Garci. Muy pulcra, muy académica… y absolutamente fría y acartonada. Karra Elejalde y Eduard Fernández, dentro de sus histriónicos personajes, están muy bien. El argumento es interesante, pero la película vuela siempre muy a ras de tierra, hay poca emoción, no se llega a conectar con ninguno de los personajes porque, salvo en el caso de Unamuno, no hay evolución ni recorrido. Y visualmente, apenas recuerdo un par de planos destacables. Nada molesta ni chirría… pero nada sobresale.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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