En un futuro no muy lejano la Tierra vive y funciona gracias al helio 3, combustible que la compañía Lunar Industries extrae de la cara oculta de la Luna. Allí vemos a Sam Bell, único empleado de la fábrica, a punto de concluir su contrato de tres años con la gran empresa, preparándose para regresar a la Tierra. Sam vive solo en la base lunar, con la única compañía de Gerty, un ordenador que controla todos los procesos mineros y cuida de él.
Moon es una pequeña gran película realizada con pocos medios pero con talento. Marca el debut de Duncan Jones, hijo del cantante David Bowie, como director y co-guionista. Moon es -no intenta ocultarlo- heredera de 2001. Los decorados, el protagonista y el robot, todos han sido influidos por la obra de Kubrik. Pero hay que reconocer que el parecido es superficial. La historia de Duncan Jones habla de la condición humana, y en eso se parece más a Blade Runner que a la historia de Arthur Clarke. También habla de mercantilismo y de malas artes empresariales, como tantas otras películas.
El tempo es lento, puede resultar tedioso para muchos. Jones sabe despertar y mantener viva la curiosidad del espectador atento que se fija en diferencias mínimas y descubre una intriga sutil, hasta el momento en que surge la gran sorpresa, y entonces la historia vuela. La película es inteligente y ha recibido diversos premios en festivales, no los del público. Cuenta con un soberbio Sam Rockwell, que lleva el peso de la película en solitario, sin más compañía que el amable e inquietante Gerty, al que da voz Kevin Spacey.