Nebraska

GÉNEROS,

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO07/02/2014


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 16/14

Que Alexander Payne (Omaha, 1961) es buen director ya lo sabíamos. Su nueva película es distinta a Los descendientes, Entre copas, A propósito de Schmidt y Election, todas ellas adaptaciones de novelas.

Nebraska tiene un guion original. La mirada, la caligrafía cinematográfica, las historias, temas y tramas predilectas de Payne son perfectamente reconocibles en esta película bellamente fotografiada en blanco y negro.

Un anciano aparentemente senil quiere hacer un largo viaje desde Montana a Nebraska para recoger un premio de un millón de dólares que le corresponde según la carta comercial de una de esas promociones que todo el mundo sabe que son un timo más o menos aceptado. El asunto es a todas luces absurdo, pero Woody Grant se pone en camino. Son 400 kilómetros. Quiere su millón de dólares. Su hijo David, empleado en una tienda de electrodomésticos, acude al rescate de un padre taciturno y terco.

Es admirable el sentido narrativo de la historia, profunda y humana. Solo un gran cineasta es capaz de contar esta historia y sacarle todos los brillos con una naturalidad pasmosa, con situaciones magistralmente descritas. La película es amena, divertida, realista, seca, delicada, profunda y entrañable. No hay realismo mágico, ni elementos melodramáticos en el sentido peyorativo: hay, eso sí, un sentido dramático formidable y una mirada sobre el ser humano muy valiosa.

Payne es de Nebraska, en el centro de Estados Unidos: como Henry Fonda, Marlon Brando, Fred Astaire, Montgomery Clift y Nick Nolte. Hijo de una familia de clase media que montó un restaurante griego, como el país del que procedían. Payne (Papadopoulos hasta que la familia cambió de apellido) se fue a estudiar Historia y Español a Stanford (con estancia en la Universidad de Salamanca). Al licenciarse, cursó cine en la UCLA.

Cuento esto porque, de alguna manera, es como si Payne se arrimase la historia a su mesa vital para contarla con una llamativa cercanía. El ganador de dos Oscar al guion adaptado (Los descendientes y Entre copas) es –ya no cabe duda– un gran director de actores: los veteranos Bruce Dern y June Squibb y el joven Will Forte hacen un trabajo excelente. La película aspira a seis Oscar, incluyendo película, dirección, guion y fotografía. Los merece.

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