John Callahan (1951-2010) se convirtió en un célebre dibujante de cómics, desenfadados y a veces cáusticos y cínicos, después de haber sufrido un accidente de tráfico a los 21 años, que le dejó tetrapléjico. Callahan publicó sus viñetas en más de 50 revistas. Sin embargo, la mayor dificultad a la que tuvo que sobreponerse no era tanto la tetraplejía como el alcoholismo, según expresó en su autobiografía, publicada en 1989. En dicho relato se basa el guión de la película de Gus Van Sant, que se centra en la superación de la adicción al alcohol y en los comienzos de Callahan como dibujante.
Si la historia de superación de No te preocupes, no llegará lejos a pie ya es muy sugerente para la gran pantalla, más interesante aún es el modo en que la narra el veterano director Gus Van Sant. A diferencia de otras películas similares –por ejemplo, Intocable, también con un protagonista tetrapléjico– que siguen una narración lineal, en la que se insertan flashbacks, Van Sant salta continuamente entre planos temporales: entre las reuniones de un grupo de alcohólicos anónimos en la casa del excéntrico y hippie millonario Donnie, una conferencia de John ante un multitudinario auditorio y sus paseos por su natal Portland (Oregon) sobre su silla de ruedas motorizada, que la cámara de Christopher Blauvet sigue con un cierto tono de documental, apoyada en la sensible música de Danny Elfman. Destaca aquí un encuentro con unos monopatinadores adolescentes, que le ayudan en una ocasión en que cae de la silla y a los que John muestra su cuaderno de viñetas.
Estas tres líneas argumentales son como una matrioshka, esa muñeca rusa que aloja en su interior otra muñeca, y esta a su vez otra. Sería interesante deducir cuál de esos tres argumentos es el marco en el que se introducen los otros dos… sin que eso afecte sustancialmente a la narración. Se trata, más bien, de diferentes instantáneas que ilustran diversos aspectos de la personalidad de Callahan, a los que hay que añadir los flashbacks sobre su vida antes del accidente, y en particular sobre el día en que este se produjo. Lejos de entorpecer la fluidez de la narración, esos continuos saltos en el tiempo le aportan dinamismo, al igual que las viñetas –en ocasiones, animadas– del propio dibujante. Sin embargo, Van Sant no pretende hacer un análisis de ellas; se limita a ofrecer unas muestras, que ilustran por qué, si bien tiene un gran número de seguidores, también producen rechazo en otros muchos.
Joaquin Phoenix borda el papel de John Callahan, no solo en el aspecto físico, sino también por conjugar la dura lucha contra la adicción con un temperamento rebelde y gamberro, que no consigue frenar la enfermedad. Digno de destacar es, además, Jonah Hill que da vida al amanerado hippie homosexual, paradójicamente sin caer en la sobreactuación que caracteriza bastantes de sus papeles. Por el contrario, Rooney Mara apenas tiene presencia en su papel de Annu, la azafata sueca que pasará de ser cuidadora a novia de John.