Durante la II Guerra Mundial, dos pilotos de la Marina norteamericana, amigos desde la infancia, se disputan el amor de una bella enfermera. La cumbre del conflicto coincidirá con el ataque japonés a Pearl Harbor, que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra.
Este ambicioso melodrama épico padece una estructura previsible -calcada a la de Titanic, hasta en la escenita sexual- y un argumento poco original, que abusa de apelaciones al patrioterismo y recurre de un modo artificial a personajes políticamente correctos, como el que interpreta Cuba Gooding Jr. De todos modos, ofrece una bellísima fotografía de John Schwartzman, una vibrante banda sonora de Hans Zimmer y, sobre todo, un sólido guión de Randall Wallace (Braveheart), de hechuras clásicas, con buenos diálogos y ponderado en su retrato del ejército japonés. Esto facilita el buen hacer del reparto y da entidad dramática a la espectacularísima realización de Michael Bay (La Roca, Armageddon), plagada de excelentes efectos especiales, especialmente llamativos durante los 33 minutos de la espeluznante recreación del ataque nipón contra la base naval hawaiana.
Jerónimo José Martín
