Producida por Steven Spielberg y dirigida por el texano Tobe Hooper, Poltergeist se convirtió en unos de los éxitos de 1982 y en un clásico moderno del cine de terror sobre casas encantadas. Se estrena ahora un remake de aquella película, producido por Sam Raimi, especialista en el género. Tras la cámara está el londinense Gil Kenan, responsable de la divertida cinta de animación Monster House y de la fallida distopía juvenil City of Ember.
Al quedarse en el paro, Eric Bowen, su esposa y sus tres hijos —una adolescente egoísta, un temeroso preadolescente y una niña muy divertida— se mudan a una nueva casa más modesta, cercana a un tendido de alta tensión. Antes de que puedan acomodarse plenamente, los Bowen comienzan a sufrir ataques misteriosos de siniestras fuerzas paranormales.
Esta revisitación no aporta demasiadas novedades respecto al original, e incluso rebaja la capacidad de fascinación de la historia e introduce más lugares comunes de los necesarios. Sin embargo, el guion de David Lindsay-Abaire es chispeante y agilísimo, todos los actores lo encarnan con convicción —sobre todo los más jóvenes— y Kenan lo rueda bastante bien, aprovechando las nuevas tecnologías y los efectos visuales y sonoros de última generación. Todo ello, sin perder el tono familiar, aunque las dantescas recreaciones del submundo fantasmal asustarán a los más pequeños. Gustará a los fans del género.
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