Como símbolo de los tiempos imprevistos y locos que vivimos, la ceremonia de la pasada madrugada de los premios Emmy no tuvo precio. Presentaciones por teleconferencia, una PCR en directo, entrega de los galardones por servicio de mensajería…
E incluso una serie cómica canadiense batiendo todos los récords: Schitt’s Creek, en su sexta temporada, se llevó siete de los más grandes premios (mejor comedia, director, guion y los cuatro de interpretación). Ninguna serie había acaparado tanto en la historia de estos premios. Y eso, gracias a que Netflix decidió comprar e internacionalizar esta serie, que claramente ha mejorado con el paso de las temporadas. La tipología es extrema y maniquea (ricos arruinados perdidos en una tierra de paletos), pero ni mucho menos tan soez como la comedia británica Fleabag que arrasó el año pasado.
La sucesión ya había sido para muchos la mejor serie dramática del año en su primera temporada, pero el final de Juego de Tronos hizo imposible obtener algún premio importante. Una vez finalizada la tiranía de Invernalia, el terreno quedaba totalmente despejado. La sucesión logró cinco estatuillas por su segunda temporada: mejor drama, dirección, guion, actor (Jeremy Strong le birló el premio al veterano Brian Cox como si fuese un capítulo más de la serie en la vida real), y actriz invitada.
Damon Lindelof (Perdidos) obtuvo una recompensa quizás excesiva después de que los Emmy ninguneasen su personal adaptación de Leftovers (2014-2018). Con Watchmen ha obtenido cuatro premios importantes: mejor miniserie, guion, actriz (Regina King) y actor de reparto. Desde luego, su versión del reconocido cómic de Alan Moore no deja indiferente, y hacía falta que los superhéroes televisivos tuviesen la creatividad y talento que han alcanzado en la pantalla grande en las últimas décadas. Otra cosa es que pueda resultar algo injusto que le hayan quitado el premio a otras grandes miniseries del año como la nominada Creedme.
La inmersiva serie alemana Unorthodox, una de la miniseries más vistas en el confinamiento, obtuvo el premio a la mejor dirección para la realizadora Maria Schrader. Quizás hubiese sido más justo el galardón a la mejor actriz principal para la israelí Shira Haas, con diferencia lo mejor de esta serie.
En la particular batalla entre plataformas, el éxito de HBO es más que rotundo (La sucesión, Watchmen, La innegable verdad, Euphoria). Netflix solo puede presumir de haber distribuido en varios países Schitt’s Creek y ganar algunos premios importantes con Ozark y Unorthodox. Pero la peor parte se la han llevado las plataformas emergentes. Apple TV fue más que ignorada, con 6 nominaciones que no estaban entre las principales y solo un premio para Billy Crudup como mejor actor de reparto. Disney+ tenía a The Mandalorian como una de las series del año, pero sólo alcanzó dos nominaciones. Igualmente, Amazon TV y su brillante Modern Love apenas lograba una candidatura.