Premiada en Cannes y laureada por gran parte de la crítica –no toda–, la cinta recrea con ritmo lento y tono esteticista el romance entre una joven pintora y su modelo, otra joven que acaba de salir del convento y se dispone a contraer un matrimonio concertado.
Hay que reconocer que la historia, dentro de su academicismo y frialdad, se sigue bien la primera hora, mientras hay un mínimo desarrollo del suspense y no se sabe a qué puerto va a llegar el tira y afloja de las dos mujeres. Una vez descubierto el interrogante, la película naufraga, descubriendo que, detrás de una bella fotografía, no había ninguna sustancia ni emotiva ni narrativa.