Ambientada entre los episodios III y IV de la trama central de Star Wars, esta aventura secundaria sigue los pasos de un variopinto grupo de rebeldes que afronta por su cuenta una misión casi suicida: robar los planos de la Estrella de la Muerte, la nueva arma mortal del Imperio Galáctico, capaz de destruir planetas enteros. Liderados por la aguerrida Jyn Erso (Felicity Jones) –hija de un famoso ingeniero que ella creía muerto– y por el expeditivo Capitán Cassian Andor (Diego Luna) –de los siniestros servicios secretos de la Alianza Rebelde–, estos nuevos héroes sentirán la ayuda de la Fuerza frente al poderoso Orson Krennic (Ben Mendelsohn), mano ejecutora del diabólico Lord Sith, más conocido como Darth Vader.
Más de lo mismo, pensarán algunos. Y, en cierto modo, es así, también en su dilatado arranque. Sin embargo, aquí está presentado con una solidez narrativa, una intensidad dramática y una espectacularidad visual muy por encima de la media, digna de los mejores momentos de esta mítica saga galáctica. En este sentido, se nota para bien el mayor hiperrealismo de la puesta en escena del inglés Gareth Edwards, que ya mostró sus cualidades para el género en Monsters y Godzilla. Aquí brilla especialmente en las potentes secuencias bélicas, en las que rinde homenaje a clásicos modernos, como Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola, también en la mayor ambigüedad moral de sus protagonistas, cuyas sombras dan mayor veracidad a sus virtudes heroicas. Estas se refuerzan, además, con un enfoque decididamente místico de la Fuerza, más cercano al de los tres primeros episodios de Star Wars.
Estos enfoques sugerentes, bien dosificados en el guion de Chris Weitz y Tony Gilroy, disimulan algún pasaje peor integrado y permiten el lucimiento de todo el reparto, especialmente de Felicity Jones y Diego Luna. Los dos encarnan a sus personajes con una convicción sorprendente, y tiran para arriba del resto de elenco. El toque nostálgico lo ponen dos resurrecciones digitales, que entusiasmarán a los fans de la saga, a pesar de que una de ellas es manifiestamente mejorable. También lo es la banda sonora de Michael Giacchino, que solo toca fibra cuando versiona los temas originales de John Williams.
Son defectos leves en una vibrante película de aventuras, que ofrece acción, romance, drama, tragedia y unos golpes de humor muy oxigenantes, muchos de ellos a cargo de un memorable droide charlatán.
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