El mujeriego Scott Pilgrim quiere conquistar a Ramona, pero tendrá que vencer a los ex de ella. Con un procedente de otra adaptación al cine de una novela gráfica, de la que también hay videojuego, el director de Arma fatal y Zombies Party compone un relato plano y tremendamente aburrida, retocado una y mil veces en la posproducción con infinidad de rotulitos, dibujos, recuadros y demás adornos de culturilla pop. Como, a pesar de una aparente y epidérmica originalidad, hay poquísimo que contar, el metraje se infla con un surtido de artes marciales, música pegadiza, un sinfín de diálogos verborreicos con el protagonista de Juno superando el récord mundial de la memez, todo con el consabido diseño de producción con estilo manga y una fotografía efectista de Bill Pope, bien conocido por su trabajo en la saga Matrix.
El lema promocional lo dice casi todo de esta película: “Consigue a la tía buena. Derrota a sus ex. Dale al amor donde más le duela”. Qué pereza, qué pobreza de ideas. Cine de culto, sí, de culto a la nadería de gente que necesita urgentemente un pico y una pala y dos horas de trabajo seguidas.