Es fácil y difícil entender cómo una película tan tonta como la precedente pudo hacer sus buenos 400 millones de dólares en la taquilla. Después de haber sido destrozada por la crítica de todo el mundo, especialmente la norteamericana, llega la segunda parte, 146 minutos con los paseos de cuatro mujeres que rivalizan en estupidez histérica.
El comentario final de la crítica escrita por Ana Sánchez de la Nieta describe bien el paradójico logro de esta sandez filmíca: “Mientras dura la película, una desea ardientemente haber nacido hombre”.