Sonic es un erizo azul, simpático y descarado, procedente de un planeta lejano, del que tiene que huir de unos malvados que quieren hacerse con sus superpoderes. Escondido en la Tierra, se pasa años observando al sheriff Tom Wachowski (James Marsden) y a su esposa Maddie (Tika Sumpter), que son como sus padres ideales. Todo está muy tranquilo hasta que Sonic provoca, accidentalmente, un gran apagón. Entonces, el gobierno contacta al Dr. Robotnik (Jim Carrey) para que intente descubrir qué ha sucedido.
Primera película que adapta el personaje de los videojuegos de Sega, el gran competidor de Nintendo y su Super Mario Bros. El estreno tuvo que ser retrasado, después de que las primeras imágenes en vídeo fueran el hazmerreír de los internautas, por cómo habían hecho al personaje azul. Meses más tarde, con la polémica servida, nace esta simpática historia al más puro estilo de Pokémon: Detective Pikachu.
Con un argumento muy parecido a Bumblebee o –aunque lejanamente– a E.T., el guion está plagado de tópicos. A pesar de todo, la historia funciona gracias, fundamentalmente, a los gags –algunos realmente divertidos– y a que, técnicamente, el protagonista está conseguido (valió la pena el rediseño). También las actuaciones ayudan a que la historia avance sin aburrir y, aunque el histrionismo de Jim Carrey es muy exagerado –mucho más cercano a La Máscara que a El show de Truman–, este malvado le da una nota de cómic, en línea con el resto.
Sonic es una película pensada para el público familiar y supera las bajas expectativas creadas. Jeff Fowler, que debuta como director, ha sabido conjugar bien todos estos distintos elementos. Además, el metraje incluye varias referencias a otros filmes famosos como Speed, escenas postcréditos y –de eso se trataba– muchos elementos de los míticos videojuegos.
