Desde una escandalosa cáscara amarga muy «a lo Ferrara», desde un crudo ambiente de violencia autodestructiva, droga, pornografía, la película entra después en el núcleo del guión: la conciencia culpable de un hombre inductor del aborto de la que iba a ser su esposa. Pocas veces se ha presentado con tanta fuerza la realidad y las consecuencias de este crimen, que Ferrara une a las pesquisas en la búsqueda del asesino de una mujer, quizá por aportar suspense, quizá por reforzar la credibilidad de una conciencia así culpable. Cabría pensar igualmente que Ferrara presenta el desasosegador ambiente inicial para unificarlo con la angustia del pecado cometido. Su lenguaje fílmico -imágenes psicodélicas, anuncios, viodeoclips en arrolladora catarata- forma unidad con el infierno interior del culpable protagonista.
Pedro Antonio Urbina